Esta máscara tallada en obsidiana negra representa el principio de la dualidad, una creencia fundamental en las culturas mesoamericanas. Mitad rostro humano, mitad calavera, la pieza simboliza el ciclo eterno de la vida y la muerte, de la luz y la oscuridad, del día y la noche.
El trabajo artesanal destaca por sus grabados minuciosos en alto contraste, que incorporan símbolos prehispánicos como el árbol de la vida, figuras geométricas, flores, grecas y elementos solares, convirtiéndola en una obra que no solo es visualmente poderosa, sino cargada de profundidad filosófica y espiritual.
